«Yo no soy periodista, pero estoy atravesando unas aguas que se le parecen mucho», inicia advirtiendo Juan Andrés Ravell, una de las cabezas detrás de El Chigüire Bipolar y El Ampli de Venezuela, en la segunda charla relámpago de Latinográficas con periodistas de la región que han experimentado con el periodismo visual. La sátira, esa herramienta de la que el periodismo debe echar mano según recomendó la maestra María Teresa Ronderos, es un látigo para el poder pero también un modo de lidiar con el absurdo. Y El Chigüire, medio que hace sátira, sabe bastante del absurdo que hasta cierto punto sentían que les superaba. «A medida que pasó el tiempo nos hemos ido amargando, y sentíamos que no era suficiente lo que estábamos haciendo», admitió Ravell.
«Entre la sátira escrita y la sátira audiovisual surgió un experimento donde nos juntamos personas que hacían comedia y personas que hacían periodismo». El resultado es El Ampli, una «especie de agenda de noticias humorísticas» con una vocación particular: traducir los rigurosos trabajos periodísticos a un lenguaje que haga reír sin perder tal rigor.
Y cómo el mejor modo de validar la tesis es con un gran desafío, «probamos contar la historia de Lava Jato en tono satírico», relató.
Si uno piensa en Lava Jato – el titánico escándalo de mecanismos de corrupción, dádivas y coimas de la constructora Odebrecht para intercambiar favores con políticos y gobiernos de toda Latinoamérica – es fácil quedarse sin aliento por la solemnidad de las evidencias. Documentos, términos jurídicos y bancarios extraños a lo que conversamos en la calle, apellidos y cifras que cuestan transcribir. Hasta cierto punto, Lava Jato es una investigación tan importante y detallada que sufrió precisamente por eso: llegó un momento donde era fácil olvidarse de qué exactamente se trató.
«Nosotros pasamos más tiempo entrevistando a los periodistas que hicieron la investigación que guionando o animando. Es lo más difícil», dice Ravell, «entender la historia y tener el olfato de entender qué podemos destacar de esa historia que tenga capacidad de humor».
El buen resultado de un trabajo complicado suele ser llegar a lo sencillo. Lo que hizo el Ampli fue una animación, un video falso de introducción donde Odebrecht explicaba su labor a un nuevo empleado del departamento que gestionaba las coimas. Funcionó tan bien que una periodista parte de la investigación de Lava Jato y ajena al trabajo de El Ampli subió el video a sus redes escribiendo: «¡Ésto es lo que estoy tratando de explicarles hace meses!»
Así no hay Barcelona que aguante
El Chigüire Bipolar en Venezuela prosigue la tradición de medios como The Onion, The Hard Times y quizás de manera más importante en Latinoamérica, de la Revista Barcelona de Argentina.
Barcelona empezó siendo una revista impresa en el año 2003. Hoy se convirtió en una «forma de mirar», dice Paula Rodríguez, la editora. «Su nave madre sigue siendo una revista. Tiene unas redes sociales que son un medio en sí mismo. Y un par de productos hechos para suscriptores».
Para mirar como Barcelona, Rodríguez aclara los conceptos, lo que se hace es sátira. La sátira no considera cualquier chiste como algo gracioso. La sátira considera burlarse del poder, y los abusos del poder. Pegar para arriba. Nunca al caído. Pero, ¿cómo una revista que empezó siendo una sátira a los medios hoy compite con todo lo que es falso?
«La primera tapa de Barcelona es una burla a un fake news», cuenta Rodríguez riéndose. «Las fake news eran un género underground de los medios. Hoy es un género mainstream».
Lo que puede parecer simpático, complementa Fernando Sánchez, también parte del medio argentino, es que para hacer un medio paródico en medio de lo paródico de la realidad, la respuesta fue la ortodoxia: «en principio fue hacer periodismo, mantenernos en la agenda, tratar de distinguir lo fake de lo que no es, tomar una posición editorial y ejercer a rajatabla la sátira, como la describimos».
«Si todo es parodia», dice Paula Rodríguez, «y todo es fake, no trabajemos más, dediquémonos a citar»
Así nació una nueva revista parte de la familia: Todo Posta, del hashtag #AsíNoHayBarcelonaQueAguante (que llenó la caja de comentarios mientras la charla proseguía). «Lo usábamos para hablar de lo que publicaban medios que se decían serios. Pensamos que la realidad está haciendo una revista más divertida que Barcelona». Que el Vaticano estaba investigando por qué la cuenta de Instagram del Papa Francisco le dio like a la foto de una modelo o las declaraciones de una presentadora que tomó cloro en vivo como supuesto remedio contra el covid, la realidad escribe Todo Posta con titulares que la imaginación envidiaría.
Diferenciar el lenguaje periodístico del lenguaje activista
Ojo Público, creado en 2014, es tal vez uno de los medios nativos digitales más reconocidos de la región. «Tiene una inspiración muy fuerte en el periodismo de investigación», dice Nelly Luna, editora y una de sus fundadoras. «Pero todos los involucrados amamos los nuevos formatos, la imagen».
Puede parecer un pasado pre-histórico, pero hubo un tiempo donde no se tenía tanta facilidad para crear imágenes. «Este dominio sobre el lenguaje visual lo tenían los medios tradicionales, porque podían pagar las coberturas, ilustradores, fotógrafos», recuerda Luna. Ojo Público aprovechó que el ecosistema digital abrió oportunidades a medios más pequeños y especializados para innovar y experimentar. «Todo nuestro trabajo es co-creación. Se respeta la visión del artista, pero siempre teniendo en cuenta el trabajo del periodista», dice Luna. La periodista peruana responde la pregunta que fue constante en toda Latinográficas sobre la representación y la ética de la imagen: «como vivimos denunciando, estamos debatiendo en el equipo nuestros límites de licencias artísticas».
Es que Ojo Público no trata temas ligeros: poderosas mineras y petroleras que ponen en riesgo el medio ambiente, escándalos de corrupción como Lava Jato, el peligro en el que viven pueblos indígenas de la Amazonía. «Los reportajes de investigación tradicionalmente tienen que presentar un cúmulo de evidencias, para dejar sin respuesta a las personas o empresas que están siendo expuestas», explica Luna. Entonces, esos reportajes suelen ser extensos. Las ilustraciones ayudan a destacar lo importante que Ojo Público quiere narrar.
Otra ventaja de la ilustración con el periodismo de investigación es que con las descripciones que dan fuentes, se pueden reconstruir escenas donde el o la periodista no estuvo. Reuniones secretas. Lugares inaccesibles.
Ojo Público también amplía una visión postergada en el mundo digital: la capacidad de los pueblos indígenas de narrarse a sí mismos. Por ejemplo, trabajaron con Enrique Casanto, pintor indígena, para que ilustrara el trabajo sobre asesinatos de líderes en comunidades de su pueblo.
«Cuidamos mucho en la ilustración no mezclar el lenguaje periodístico con el lenguaje activista. El periodismo debe volver a conmover, pero también a indignar. Porque es la indignación lo que mueve a los ciudadanos», reflexiona Nelly Luna.
Ampliar lo que podría nombrar
Quitarle a la gente el miedo sobre el tema. Ese era el objetivo de Animal Político, cuenta Andrea Paredes, animadora e ilustradora del medio mexicano, cuando empezaron a hacer gráficos. La «nueva normalidad» inundó a México de información falsa. Una de las publicaciones que se destacó fue acerca del termómetro digital, nuevo protagonista cada vez que alguien busca entrar a cualquier centro comercial u oficina.
«Podíamos decir que era mentira que mataba neuronas», dice Paredes, pero para Animal Político era importante desarmar la mentira. Significaba explicar cómo exactamente funcionaba ese aparatito que nos apunta de manera constante. Entonces le hicieron honor a su nombre: lo explicaron con animales.
«La analogía era de cómo los animales tienen diferentes temperaturas corporales, y cuál es la del humano». Con la misma idea, realizaron dos piezas: una fue una infografía más rápida sobre los termómetros, y la segunda, un cómic a todo color, con los animales interactuando, referenciando memes para sacarle dramatismo y lidiar mejor con la información más científica y técnica. «Con el cómic tardamos más, pero terminó por enganchar mejor y expandir nuestra audiencia».
En Cuba, explica la periodista Ana Lidia García del medio independiente El Toque, «ya habíamos hechos algunos coqueteos con la gráfica para hablar de temas serios o jurídicos, como la reforma constitucional aquí».
«En Cuba no es tanta la desinformación sino que el ecosistema mediático es propagandístico. Y aburrido. Se perdió casi la tradición del humor y el periodismo gráfico», cuenta García.
A partir de 2019, El Toque inició una alianza con artistas e ilustradoras cubanas con una tira dominical. García repite mucho un verbo para explicar el por qué: «desacralizar». Desacralizar y hablar de los abusos de poder y las violaciones de derechos. «Fue tanta la afinidad con las ilustradoras que ahora muchos de nuestros textos están ilustrados por ellas».
Para la pandemia, El Toque se unió a Periodismo de Barrio, otro medio independiente cubano ganador del Premio Gabo, para crear a Covida y Pandemio, una pareja de viejitos desde dónde narrar las dificultades bien particulares de la isla con el covid. «Nos gusta la instantaneidad para reaccionar. A los periodistas nos cuesta reaccionar rápido. Pero ahí está el arte y la ilustración, para dar opinión sobre esos temas».
En Red/Acción de Argentina también se sirvieron de la ilustración en la pandemia, pero con un propósito diferente: contar cómo y por qué soñamos diferente con la cuarentena. Chani Guyot, editor del medio, habla de «periodismo participante». «Más de la mitad de nuestros contenidos contempla la participación de la audiencia, de nuestros lectores, de alguna manera», cuenta.
Para explicar por qué soñamos diferente en el encierro que fue 2020, Red/Acción hizo una convocatoria a su audiencia. Tuvieron más de 100 sueños compartidos. Ilustraron tres. Una base de datos en excel con cientos de respuestas de todas las redes sociales del medio testifica a favor de una comunidad que se siente, virtualmente, parte de la redacción. «El periodismo visual es una herramienta de inclusión. Nos permite incluir otras percepciones, por ejemplo, lo emocional» dice Guyot el día que murió Diego Maradona. «En fechas como hoy, donde nos faltan las palabras, las ilustraciones canalizan mejor lo que podríamos nombrar».