La primera charla relámpago de Latinográficas, el programa de periodismo visual de El Surti, contó con la participación de proyectos con focos bien diferentes –Chequeado y LatFem de Argentina, Kipu Visual de Perú, Agéncia Pública de Brasil, GK de Ecuador– que convergieron en una pregunta: ¿Cómo abordar la ética de cubrir de forma visual historias tristes y difíciles –como la violencia de género o catástrofes ambientales– sin revictimizar a sus protagonistas?
Florencia Alcaraz, de LatFem, dio la declaración de intenciones del medio: «Abortamos la objetividad, disputamos los sentidos comunes y narrativas victimizantes. Y no dejamos de lado el humor». El humor, defiende Alcaraz, es clave para «el medio feminista para el 99%» que LatFem busca ser. Temas como el aborto «tiene muchas veces un tono muy dramático».
Cuando la becaria Loren Giordano le preguntó sobre cómo decidían qué tópicos podían ser abordados desde el periodismo visual y cómo, Alcaraz le respondió que «las narrativas visuales son siempre narrativas pedagógicas, que ayudan a explicar problemas más complejos. Nosotros tenemos una directora de arte y una ilustradora dentro del equipo. Pero todas las personas deben tener el chip de la estética visual».
Un ejemplo de ello fue el homenaje ante el fallecimiento de Quino: una Mafalda con el pañuelo verde por el aborto legal en Argentina. «Eso fue una idea de una reportera, y rápidamente nuestra ilustradora tomó el guante interviniendo la obra de Quino». Para reportajes más complejos, LatFem se toma más tiempo para probar y errar. «Abrimos como focus groups con familiares, colegas, amigues, para chequear qué funciona y qué no» finaliza Alcaraz.
La diferencia entre solemnidad y seriedad es un camino de prueba, error, percepciones y muchas decisiones editoriales. «Chequeado hace dos años nunca hubiera hecho esto –periodismo visual y utilizar referencias– es jugar más al límite», reflexiona Pablo Fernández, director del medio argentino. Un punto clave es el contexto: «Sabemos que lo que hacemos es muy serio, pero no es necesariamente fácil de consumir, como un brócoli. Entonces tenemos que competir en redes con información dura, datos mientras le decimos a la gente que los líderes que adoran mienten».
Para un medio que se dedica a decir que el presidente miente, no es tan fácil usar emojis o gifs.
La apuesta de pasar de utilizar imágenes googleadas cinco minutos antes de la publicación a desarrollar videojuegos para explicar la desigualdad de ingresos en Argentina sigue siendo una pulseada por acomodarse a la mismísima impronta de Chequeado: «antes no nos destacábamos porque alguien necesariamente diga “uh, que lindo el material de Chequeado”».
«Ahora nos está pasando» cuenta Fernández. «Hacer esto de transformar todo esto que es nutritivo –como un brócoli– y que es serio y lleva cinco ediciones, no es engañar al público», reflexiona.
En Brasil, Bruno Fonseca de Agéncia Pública debate sobre el mismo dilema de seriedad vs. atractivo: «Nosotros trabajamos con temas muy pesados, temas muy tristes. Brasil no da muchas buenas noticias. Es un desafío para nosotros encontrar que permita contar esas narrativas de manera interesante, pero también muy respetuosa» explica. Dio el ejemplo de cuando junto con su compañera, la periodista Andrea Dip, desarrollaban un reportaje sobre casos de violencia sexual: «las mujeres denunciantes nos decían que para ellas era muy difícil contar lo que sufrían»
Fonseca y Dip se embarcaron en buscar una forma visual de contar lo que costaba tanto contar. «Una manera sencilla y respetuosa con las mujeres, pero también para un público que no leería un texto muy largo».
Cómo trabajar cuando «Internet es una calle llena de avisos publicitarios»
Un videoblog de salud sexual encubierto, gifs, un juego: todo vale, subraya Isabel Ponce de GK, mientras el formato y la representación no revictimicen. GK, que trabajó en la primera investigación sobre abusos sexuales en la Iglesia Católica en Ecuador, decidieron huir del sensacionalismo «y el linchamiento» dijo Ponce, al mismo tiempo de ampliarse a un público que no leería de buenas a primeras un tema así. «Los cómics nos han funcionado super. Suena medio obvio, pero contar la historia en otra versión funciona. Instagram es la audiencia es el público más interesante, gente que se entera lo que pasa en el país por cómo lo contamos».
La relación entre redes sociales y periodismo visual es, sin embargo, un matrimonio incómodo. «No somos medios 100% autónomos porque tenemos que estar jugando con las reglas que propone Facebook» dice Jean Bejarano de Kipu Visual. Para quienes crecieron en los 90, Internet no siempre fue así. «Algo interesante de ese Internet antiguo es que los seres humanos nos tratábamos como seres humanos y no nos cosificábamos como usuarios o dígitos buscando llamar la atención para vender publicidad».
En diez años, pasamos del timeline de Facebook a videos de Tik Tok que si duran un minuto son un largometraje, lo que lleva a ilustradoras, diseñadores y redactoras a elevar la apuesta por la síntesis. «Como periodistas visuales tenemos que ser conscientes de eso para dar cápsulas, pildoritas de información».
«Deberíamos tener una dieta de información saludable en vez de tener una dieta de información divertida, que es una dieta de dulces. Quienes hacemos periodismo visual lo que hacemos es maquillar la información saludable como divertida» subraya Bejarano.